viernes, 6 de mayo de 2016

Crece el comercio ilegal de fauna








Después de los estupefacientes y las armas, el comercio ilegal de fauna y flora es la actividad ilícita que más dinero mueve en Colombia. En este sentido, se acaban de conocer varios informes que muestran las dimensiones que ha tomado este 'negocio'. Uno de los más recientes lo emitió la Contraloría General de la República, en el cual advierte que pese a los esfuerzos de las entidades ambientales y policiales, mediante operativos y acciones para evitar el tráfico ilegal de especies silvestres, aún es muy poco lo que se ha logrado frente a la magnitud de lo que está sucediendo en esta materia. Advierte que la explotación de la vida silvestre con fines comerciales ha tenido un fuerte impacto sobre las poblaciones naturales, especialmente sobre aquellas con una fuerte demanda en los mercados mundiales de la moda, a tal punto que varias de ellas han sido llevadas al borde de la extinción. Actualmente, según el organismo de control, hay 119 especies colombianas amenazadas, de acuerdo con los registros consignados en el Libro Rojo de la Unión Mundial para la Naturaleza. A su vez, la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre incluye en sus listas 447 especies colombianas.




Crimen organizado

Un reciente informe de inteligencia del Grupo Investigativo de Delitos contra el Medio Ambiente, de la Dijin, revela que en el país el tráfico de especies silvestres se ha constituido en una empresa del crimen organizado. Para la capitana Mabel Rocío Hernández, quien dirige esta unidad especial, el hecho de que Colombia albergue el 10% de la flora y fauna mundial, en tan solo el 0,7% del territorio del planeta, ha convertido al país en uno de los blancos predilectos de las organizaciones dedicadas al tráfico ilegal de especies. Las indagaciones a su cargo y las del Centro de Investigaciones Criminológicas de la Dijin han revelado que estas redes están conformadas por grupos familiares que cuentan con la infraestructura y los equipos necesarios para facilitar su operación, como fincas, bodegas y vehículos.

Así mismo, que están organizados por grupos. Los recolectores son habitantes de la región (campesinos, indígenas, colonos) que conocen la topografía, las especies, sus ciclos reproductivos y sus hábitats naturales, pero que desconocen la naturaleza delictiva de los encargos, por los cuales reciben sumas irrisorias. Luego están los grupos de transporte que se encargan de movilizar las especies en botes, camperos, camiones y vuelos de carga en los que llegan lo más cerca posible de los centros urbanos. En las ciudades opera el grupo de comercialización que se especializa en contactar y ampliar los nichos del mercado tanto en el país como en el exterior. Para la Dijin, esta estructura de redes se caracteriza por traficar altos volúmenes de especies y utiliza internet para hacer contactos y concretar pedidos.

http://www.dinero.com/edicion-impresa/especial-comercial/articulo/crece-comercio-ilegal-fauna/35927




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